Aunque al principio nos cueste, comer en el colegio les ayuda a los más pequeños a aprender hábitos alimentarios y de conducta muy importantes para su formación personal.
Muchos beneficios
Hoy en día, más del 60% de los niños utilizan el comedor del colegio, uno de los servicios más demandados de los centros educativos. ¿Por qué? Cada vez son más los padres que trabajan fuera de casa y no tienen posibilidad de dejar a los niños con abuelos u otros familiares, lo que les genera bastantes dudas: ¿qué comerán?, ¿si no les gusta, se quedarán sin comer? ¿cómo se portarán? ¿les gustará el menú?
Aunque al principio les cueste adaptarse, los niños comen mejor fuera de casa, igual que se comportan de distinta manera en el cole o con los amigos. Y los beneficios de esto son muchos:
- Comen con sus compañeros y eso les anima. Al funcionar imitando conductas, el hecho de comer con sus amigos les puede ayudar a probar alimentos que rechazan en casa.
- Les enseñan buenos hábitos de conducta relacionados con la comida: lavarse las manos antes de comer, utilizar correctamente los cubiertos, aprender a compartir un espacio común, disfrutar de una dieta variada...
- Les sirve para adaptarse a comer fuera de casa, a platos y preparaciones diferentes.
- A veces disfrutan de tiempo libre para realizar alguna actividad después de comer.
Los niños que comen en el colegio hacen en él cinco de las veitiuna comidas principales de la semana. Por eso es vital que los padres sepan qué comen y cómo están confeccionados los menús, para poder complementar su dieta en la cena alimentos no presentes en el almuerzo.
También es importante saber qué empresa prepara la comida así como el personal que atiende a los niños. Y por supuesto, recibir un informe diario para saber si todo se ha desarrollado con normalidad.
Composición ideal del menú
Debe ser equilibrado y variado, respondiendo a las necesidades alimenticias de cada edad, y con una presentación atractiva, además de incluir los siguientes alimentos:
- Primer plato: de dos a cuatro dosis de verduras a la semana, alternadas con legumbres, el arroz y la pasta.
- Segundo plato: compuesto por proteínas de carne o pescado, azul o blanco. En caso de optar por la primera, mejor carnes blancas (pollo o pavo) que las rojas. Es importante evitar demasiados fritos, como los palitos de merluza o los nuggets de pollo.
- Postre: debe incluir fruta variada natural, pero no en almíbar.
- Lácteos: los yogures y leche mucho mejor que natillas o flan.